viernes, 12 de enero de 2018

Cumple años Shae Snow



Actriz porno establounidense.
De Minessota más concretamente.
Ocurre que hay tan poco de decir de ella, que tengo que colocar algún dato superfluo más.
Aunque es un trabajo estúpido el que me tomo, si no pusiera ninguna palabra bajo su foto, la estaría mirando horas y horas felizmente erecto y sin ninguna inquietud cultural. Está más buena que el pan, las tortilla, la arepa o el cuscús.
Es una muñequita deliciosamente obscena.
Edad: 26 años.
Categoría: Jóvenes (emotivo).
Años en activo: desde 2012 (seis años tragando...).
Etnia: Caucásica.
Color de pelo: Morena.
Color de ojos: Verde.
Altura: 170 cm.
Peso: 56 Kg.
Medidas: 86-66-88 B.
Pecho natural: Sí.
Tatuaje: Escrito "Lora" por encima del pecho izquierdo (espero que tenga una buena grafía, porque la palabrita es de lo más mediocre).

Cumpliría años Charles Perrault, escritor francés, que versionó y publicó cuentos populares infantiles como Piel de asno, Pulgarcito, Barba Azul, La Cenicienta, La bella durmiente, Caperucita Roja y El gato con botas. Lo de versionarlos, se debe a que la tradición oral era bastante más dura y violenta en su chismología populachera.

Cumple años Haruki Murakami, escritor y traductor japonés. Ha ganado numerosos premios, incluyendo los premios Franz Kafka y el Jerusalem entre otros.
También ha sido candidato al Premio Nobel de literatura en repetidas ocasiones.
Su apasionante novela: La crónica del pájaro que da cuerda al mundo, es uno de los libros que más veces he leído. Un maestro del surrealismo y de personajes solitarios. Demasiado "occidentalizado" para el gusto de sus colegas nipones. La envidia es muy mala.

"La maldición de vivir en el vecindario con uno de los nombres más groseros de Reino Unido.
La calle de Bell End, que en castellano se podría traducir como capullo o glande, ha provocado una pugna vecinal entre quienes quieren cambiar la denominación o mantenerla.
EL PAÍS 11/01 2018.
La localidad británica de Rowley Regis, a las afueras de Birmingham, vive su particular Brexit con tintes históricos. Desde hace tiempo, los vecinos se encuentran enfrentados por el nombre “poco común” de una de sus calles: Bell End (que en castellano se podría traducir como capullo, glande o idiota), ha sido calificado como “demasiado grosero” por una parte de la comunidad. “Pensamos que es una palabra ofensiva y esto puede llegar a afectar a personas y niños, en especial a estos últimos, que padecen bullying y burlas en el colegio”, explican. La petición, titulada “Cambiemos el nombre”, se lanzó hace un mes en la plataforma Change.org. Su objetivo es alcanzar las 200 firmas con el objetivo de ser enviada para su deliberación por los miembros que integran el consejo municipal. De momento, han rebasado el centenar de rúbricas.
Sus defensores opinan que una posible solución pasaría por modificar ligeramente cualquiera de las dos palabras en cuestión. “La opción Bells Road, por ejemplo, sería suficiente”, han indicado. Una solicitud que no están dispuestos a acatar desde el otro lado. Los más críticos con la iniciativa han creado otra petición en la misma página web, con el título “Respetemos el nombre histórico de Bell End”, en la que defienden que no se aplique ningún cambio “por el vínculo que le une con la historia de la ciudad”. Al parecer, se cree que el lugar se asienta en una antigua zona minera. Esta vez, se ha conseguido recopilar una cifra mayor de firmas: más de 4.500 en una semana. En tan solo dos horas, había conseguido 500 apoyos.
“Hay residentes que ven inútil y sin ningún tipo de sentido la propuesta”, esgrime Linda George, su promotora. George, que ha acompañado el escrito con una extensa carta personal dirigida a un concejal en particular (residente en Bell End), ha asegurado que “el acoso infantil es un problema educativo” y que su cambio no “frenaría la conducta generada entre los chavales”.
Su repercusión ha traspasado los límites del vecindario y ha alcanzado las redes sociales. La cuenta oficial de Twitter del consejo Sandwell, la institución encargada de tomar una decisión al respecto, ha intentado arrojar un poco de luz. “Hemos visto en numerosas noticias el asunto de Bell End. Algunos vecinos sostienen que se debería cambiar, pero otros prefieren que se quede como está”. En una sucesión de mensajes se aclara el nacimiento remoto del término, aludiendo a “orígenes medievales” y la procedencia etimológica de ambas palabras, que acabaron otorgando el nombre a una mina de carbón, clausurada en 1932.
Las reacciones al tuit, publicado el pasado 3 de enero, no tardaron en sucederse: “No hay nada de negativo en esto, la gente ha vivido ahí durante años, ¿por qué ahora sí?, se preguntaba un usuario; otro de ellos aludía al “gasto innecesario para las arcas”, en caso de que la medida prosperase.
Instagram también recoge una gran cantidad de imágenes en las que muchos curiosos se acercan hasta la zona para hacerse fotos junto a la placa que indica el nombre de la calle. La “mala fama” de su denominación ha sido otro de los argumentos esgrimidos para aquellos que desean su cambio. “¡Tenemos uno de los nombres más groseros de todo Reino Unido!”, lamentan los impulsores.
Según publica el medio The Sun, Bell End aparece entre las tres primeras posiciones de un listado reciente que aglutina “los nombres de las calles más indignantes” registradas en el país. Los residentes creen, además, que el peculiar apodo perjudica a la baja en el precio de venta de sus propiedades. The Knob (El Pene, en una de  sus acepciones más coloquiales), ubicada en Northamptonshire, o Slag Lane (La Calle de las Prostitutas), en Lancarshire, son algunos ejemplos que conforman uno de los rankings más denostados de Reino Unido. Por ahora, las autoridades del municipio se han comprometido a mediar en el conflicto."

Si el nombre de la calle puede afectar a "personas y niños", es que debe haber una epidemia de cerebros blandos. Es cuestión de tratar a los enfermos y no dar al nombre (que tiene más años que la tos), propiedades patógenas, de hechizo o de brujería .
Podría entender que las feminazis se sintieran molestas; pero a mí me la pela y que se jodan. Incluso me gustaría vivir en una calle que se llamara el "Hermoso Coño", o "Coño" a secas, sin más complicaciones ni retórica.
Mi salud mental es a prueba de estupideces.
La sociedad está convirtiendo el cerebro en una especie de puré en el que se pudren las neuronas y con ello, el humor, el ingenio y la capacidad de autocrítica.
Y por supuesto, se hacen muy vulnerables a las infecciones que las palabras producen en sus inoperantes cerebros.
Si lo que quieren es que el precio de sus propiedades no baje, que tengan coños y cojones de hablar claro y no usar a los niños para conseguir sus propias ambiciones y envidias.
Idioteces como todo lo que en las redes sociales es lo más mirado (que no leído y entendido).
Y cada vez hay más deficiente mental, se reproducen como piojos en cualquier parte del mundo.

A pasar un delicioso fin de semana en la famosa Calle de la Mierda en el distrito de los Puercos.
Mucha farlopa y licores para amenizar el largo desierto de celebraciones institucionales que hay hasta el próximo carnaval.
Lo de San Valentín no es una fiesta, es un drama que degenerará en millares de mensajes idiotas, verbi-blandos y analfabetos en tuiter y feisbuc. Miedo me da esa mierda.

Buen sexo.
Iconoclasta

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